“Si yo fuera mi caballo me despediría”.

Es una frase que leí hace tiempo, y que me apliqué a mi misma. Cuanto más avanzaba en la lectura y estudio de nuevas posibilidades a la hora de entrenar caballos, más cuenta me daba de lo poco que estaba teniendo al caballo en consideración.

Eso me hizo sentir profundamente triste, y frustrada. Después de gastar tantas energías, tiempo y dinero en tu caballo, haciendo las cosas lo mejor posible, te das cuenta de que para él eres un incordio más al que soportar. Uno más en la artificial vida que les hacemos llevar. iPues vaya! Pero una vez aceptada la situación y soltadas un par de lagrimitas, me puse en marcha y pensé en cómo cambiar eso. Quería conocer mejor a mi caballo, cómo sentía, qué quería, qué le motivaba, qué le fastidiaba, así que seguí estudiando. Y eso me llevó a la Doma Natural.

Es una forma de tratar a los caballos mucho más considerada, entendiendo su naturaleza y utilizándola para interaccionar con ellos de una forma que entienden. Hay muchos entrenadores que utilizan ya estos métodos, tantos que el concepto ya se ha distorsionado un poco, pero en general el intento es tratar a los caballos de una forma más “humana”. En el apartado “Recomendaciones” pongo un link a la página de Lucy Rees, autora de los libros  “La mente del caballo” y “La lógica del caballo”, muy buenos para entender cómo piensa un caballo.

Los métodos de la Doma Natural me funcionaron durante un tiempo, tiempo que nos sirvió a mi caballo y a mi para redescubrirnos y “empezar de cero”. Fui “liberando” a mi caballo poco a poco y dejándole más espacio para actuar y decidir, un camino que no fue siempre fácil, ya que no estaba acostumbrado y a veces no sabía cómo gestionar esta nueva libertad. De forma que pensé: “quiero libertad, pero con control”, y seguí buscando…

Y descubrí a Alexandra Kurland y su adaptación del método “clicker” para caballos. Me ofrecía justo lo que yo necesitaba: un caballo que tuviera libertad de elegir, y que eligiera voluntariamente colaborar conmigo. No hay caballo más seguro que ese, ni método de control más eficaz. Y es un placer. Para ti y para el caballo. Para los dos, juntos.

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