Resabios.. ¿una pesadilla o una oportunidad?

Uno de los problemas que desesperan a un propietario de caballos son los llamados caballos “resabiados”. Se pueden plantear diversas soluciones para resolverlos, pero sería quedarse en la superficie. Me parece más importante entender por qué se producen.

Hace poco me plantaron cómo solucionar los resabios con el clicker. Pues bien, cuando tratamos a un caballo con Refuerzo Positivo no existen estos resabios, puesto que no hay resistencia. El resabio es una triquiñuela que encuentra el caballo para librarse de una situación que le estamos imponiendo. Es una guerra de voluntades, llevada en el terreno de la inteligencia, no de la fuerza. De hecho, cuando el caballo gana, en esa situación, nos ha superado en inteligencia.

Al propietario de un caballo resabiado le daría la enhorabuena: ¡tienes un caballo inteligente que, además, te está hablando!

En el proceso de doma, se elimina la voluntad de resistencia del caballo. Eso produce que la mayoría de caballos estén “apagados”, resignados. Y eso hace que pierdan el brillo, la vitalidad, la fuerza. No se comunican apenas con nosotros. Si se sienten en peligro, se resisten un poco, pero el resto del tiempo dejan que nos impongamos sobre ellos. Pero un caballo “resabiado” sigue estando activo por dentro, le queda energía, aunque sea para llevarnos la contraria. Es lo suficientemente inteligente para haber llegado a la conclusión, como los demás, de que no compensa resistirse a nosotros por la fuerza (ya que hemos ideado mil formas de dolor para contrarrestarlo), pero sigue buscando el modo de hacerlo con inteligencia.

Cuando un caballo se resiste a una situación, nos está diciendo que no le gusta. Ante esta situación, tenemos varias opciones:

  1. Luchar en contra, lo que, en el mejor de los casos, conseguirá que tengamos un caballo resignado y apagado y, en el peor, le empujará a resistirse con más violencia y empeorará la situación.
    2. “Resabiarnos” nosotros y entrar en una “lucha de listillos” constante (que suele ser lo más habitual).
    3. Intentar ponernos en su lugar y entenderle.

Y para entenderle, lo primero que hemos de plantearnos es qué es un caballo y qué necesidades tiene: comida, bebida, espacio y compañeros. Un caballo no necesita que lo monten, que lo aten, que lo cepillen, que lo lleven de un sitio a otro sujeto por una cuerda, que le hagan saltar, que le hagan correr, que le hagan dar vueltas interminables, que le sujeten los pies, etc, etc… Es decir, que casi nada de lo que hacemos con ellos es coherente con su instinto.

Y es normal que se resistan a ello. La solución más fácil es evidente y bien sencilla: elimina esas situaciones y eliminarás la resistencia. Pero no es tan fácil, porque supone una renuncia por nuestra parte. No todo el mundo está preparado para dejar a su caballo vivir libre en una manada, con el mínimo contacto con humanos (aunque sería la opción preferida por el caballo). Así que hay que buscar soluciones intermedias.

Se pueden mejorar las cosas sin llegar a la renuncia completa. Entendiendo que es una relación de dos, intentando equilibrarla para incluir actividades que el caballo también disfrute, no sólo nosotros.

Si se resiste a hacer algo, piensa en lo que viene después, y esa es la situación a resolver. Entonces, el “resabio” desaparecerá. Al fin y al cabo, es lógico que un individuo (sea persona o caballo) se resista a hacer algo que considera peligroso, le fastidia, le molesta o le duele.

Si se gira cuando te vas a subir, piensa en lo que vas a hacer cuando montes. ¿Pedirle saltos y más saltos? Un caballo con energía puede tener ganas de saltar 2 ó 3 veces, pero no 10. Pídele un par de saltos buenos y no más. Si se mete en una esquina de una pista, te está diciendo que ya está bien de dar vueltas y vueltas sin ir a ningún sitio. En vez de montar una hora, monta menos tiempo y sal a pasear al campo (lo que mantendrá su cuerpo y mente en forma). Un caballo, normalmente, no se resistirá a salir de excursión, subir o bajar márgenes, pasar por encima de matorrales, esquivar troncos… todo ello es más natural para él. Si no te deja cogerlo, ¿puede ser que vengan muchísimos kilómetros a toda prisa sin parar a oler o pastar? Los caballos adoran andar, pero lo hacen parando, oliendo, trotando a veces, comiendo otras. En vez de tirar del ramal de aquí para allá, intenta que no haya presión. En vez de cepillarlos enérgicamente, aprovecha y dales un masaje con el cepillo. En vez de forzarles a pasar cerca de algo que les asusta, pasa el tiempo necesario para que puedan observarlo sin empujarlos. Después de haber pasado por algún sitio que para ellos es peligroso, para a comer (como refuerzo y para ayudarle a calmarse). Si no le gusta que le pongan una cabezada, sal a dar paseos a pie, con la cabezada y un ramal, y en seguida vendrá encantado a ponérsela.

Somos nosotros los que creamos situaciones que provocan los resabios. Por lo tanto, somos nosotros los que debemos cambiar las situaciones para que desaparezcan. Si lo hacemos, el resultado es que tendremos un caballo inteligente que también disfruta y colabora con nosotros, lo que es un verdadero placer.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *