“Eustrés”, el estrés bueno

Comunmente, nos referimos al estrés como algo negativo y lo entendemos como una situación en la que estamos sometidos a presión. Pero existe una forma de estrés que no sólo es positiva, sino necesaria para avanzar por la vida.

“Eustrés” y “Distrés”

No sólo los humanos sufrimos estrés, todos los seres vivos lo experimentan cuando están sometidos a presión. Ésta puede estar causada por una cuestión de plazo, de dificultad o por una situación cambiante a la que es necesario adaptarse (estresores).

Puede incluso ser voluntario e involuntario. El estrés puede estar causado por nuestro jefe o por las circunstancias de la vida, pero también cuando nosotros mismos queremos resolver o superar algo que nos cuesta un esfuerzo.

De esta manera, se distinguen dos tipos de estrés: el “eustrés” y el “distrés”.

El distrés sería lo que todos conocemos por estrés, o estrés “malo”: una situación en la que experimentamos sensaciones negativas, que frecuentemente nos producen agobio y/o angustia y generan cansancio y, a largo plazo, enfermedades.

El distrés no nos potencia, sino que nos debilita. 

Pero hay otro tipo de estrés, que sería el equivalente al estrés bueno: el eustrés (la partícula griega eu– se refiere a “bueno”). Es una situación en la que el individuo aumenta su concentración para resolver o superar una dificultad. En el proceso de aprendizaje, experimentamos el eustrés cuando discurrimos: concentramos toda nuestra energía en entender o memorizar un concepto nuevo. Los deportistas también lo experimentan frecuentemente, cada vez que intentan superar sus propios límites.

El eustrés potencia nuestras capacidades, y la sensación de bienestar y euforia producidas cuando lo logramos, nos hacen desear otra prueba. De esta forma, cada vez nos vamos superando a nosotros mismos, y nuestra autoconfianza aumenta.

Eustrés: Ronnie está claramente estresado (se ve en la expresión tensa de su cara), puesto que le estoy pidiendo algo que le cuesta esfuerzo (colocar los cascos juntos sobre una pequeña alfrombrilla). Pero ha elegido esforzarse y hacerlo a cambio de un pequeño premio (un trocito de zanahoria), y tiene libertad de acción, tanto psicológica (sin presión) como física (sin ataduras). Tal es la sensación placentera cuando lo consiguen, que muchos caballos siguen intentándolo por si mismos cuando te vas.

Eustrés: Ronnie está claramente estresado (se ve en su cara), puesto que le estoy pidiendo un esfuerzo (colocar los cascos juntos sobre una pequeña alfrombrilla), a cambio de un pequeño premio. Tiene libertad de acción, tanto psicológica (sin presión) como física (sin ataduras). Tal es la sensación placentera cuando lo consiguen, que muchos caballos siguen intentándolo por si mismos cuando te vas.

 

Todo esto tiene unas razones neurológicas y químicas. De una forma sencilla, veríamos ciertas diferencias fisiológicas: el eustrés aumenta la catecolamina (sin cortisol), seguido de endorfinas (de ahí la sensación de euforia cuando conseguimos algo que nos ha costado); el distrés aumenta el cortisol (hormona que en exceso tiene efectos negativos en el cuerpo y en el cerebro).

Percepción de control

Una diferencia fundamental entre eustrés y distrés es la percepción de control sobre la situación que tiene el individuo que la sufre. Es característico del distrés el sentir que no tenemos control y, por el contrario, en las situaciones de eustrés, generalmente somos nosotros los que hemos decidido afrontarlas.

 

Elementos distresantes y eustresantes

Hasta ahora hemos hablado desde el punto de vista de quien percibe el estrés, pero también se puede hablar de situaciones y elementos.

  • Una situación distresante sería la que generaría distrés, bien a corto plazo (presión por resolver algo o reaccionar en poco tiempo: hablar en público, un examen oral, una situación de riesgo a caballo) o a largo plazo (estar sometido a una situación que no se resuelve a pesar de nuestras acciones: exceso de trabajo, crisis económica, negativa situación familiar, etc).
  • Una actividad eustresante nos produciría bienestar, tanto a corto plazo (discurrir, jugar a un videojuego, escribir un artículo, tirarnos por un trampolín, etc) como a largo plazo (unos estudios motivadores, hacer ejercicio como andar, nadar, montar a caballo, etc).
  • Un distresor es un elemento asociado a una actividad distresante, así como un eustresor lo sería a una actividad eustresante.

    Es importante que puede ser tanto el desencadenante, como un elemento presente en la situación positiva/negativa.

¿Cómo trasladar esto a nuestros caballos?

Si bien la aparición de un elemento distresante es prácticamente inevitable, sobre todo teniendo en cuenta la naturaleza del caballo como animal de presa, sí podemos influir en la manera de percibirlo y, sobre todo, de afrontarlo. Es decir, podemos entrenar al caballo para convertir una situación de distrés en eustrés.

¿Cómo se haría esto?

Practicando en situaciones controladas y con el caballo en libertad, de forma que sea capaz por él mismo de superar “pequeñas dosis” de potenciales peligros. El caballo se esforzará, aumentando su capacidad de vencer obstáculos y enfrentarse a situaciones, a la vez que experimentará la sensación placentera de ser capaz de hacerlo. Es lo que experimentamos frecuentemente cuando entrenamos con el clicker: caballos que se esfuerzan, triunfan y piden más. Se convierte en un circuito reconfortante y motivador.

Cómo nos ven

No sólo influye esto en el individuo (el caballo), sino en su percepción de nosotros, ya que nos convertimos en un eustresor (asociado a las situaciones de eustrés y al apoyo que suponemos a la hora de superarlas). No sólo podemos hablar de que el caballo confía más en nosotros, en que aumentamos el vínculo con él, de una forma ideológica, sino que realmente fisiológicamente se produce este vínculo. (Lo contrario también ocurre, si nos liga a situaciones distresantes si somos los causantes o estamos presentes, nos convertiremos en distresores).

 

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